Como cliente, también hay ciertas normas que hay que cumplir.
Como hemos contado varias veces en este espacio, tanto los tatuajes, como los estudios, como los propios profesionales del tatuaje tienen unos códigos y normas que deben cumplir. Desde la higiene y la información que te dan, hasta la manera de tocarte al tatuarte, todo está estipulado y se siguen a rajatabla en la gran mayoría de las ocasiones. El objetivo de un estudio de tatuajes es hacer que la experiencia para lxs clientes sea la mejor posible, que salgan con un tatuaje que les encante y les haga muy felices y que cure bien, que dure en el tiempo. Para que esto ocurra, lxs clientes también tenemos que poner de nuestra parte.
¿Me enseñas cómo va el diseño?
Si un estudio ofrece visitas con los tatuadores antes de la propia cita del tatuaje es para que, en esa hora, le des todos los detalles de lo que buscas y tienes en la cabeza. Te hará mil preguntas y te mirará la zona a tatuar, quizá te tomará medidas o te pedirá que le envíes referencias de lo que quieres y de los colores. Es política del estudio lo que ocurre después, pero la mayoría de tatuadores no suelen querer mandar el diseño antes del día de la cita por un simple motivo: no quieren que se interfiera en el proceso con opiniones de mil personas. Si envían un diseño, puede que entonces la familia, la pareja, los compañeros de trabajo y los de la frutería de debajo de casa puedan comentar lo que les parece, lo que puede ocasionar en mil cambios y en desvirtuar la idea original, así como que se creen malentendidos entre tatuador y tatuado. Por tanto, en muchos estudios, el procedimiento será el de contactar para pedir una cita, contarle la idea al tatuador en esa cita y ver el resultado el día del tatuaje. Por supuesto, esto no quiere decir que no se pueda arreglar el diseño; si el día de la cita algo no encaja, no te gusta o no te convence, no tienes más que comentarlo y el tatuador hará todos los cambios pertinentes de manera ágil y rápida.
Cambios sin fin
Sin embargo, el tema de los cambios también tiene que seguir cierta lógica, es decir, no se puede cambiar la idea entera el día del tatuaje porque de esta manera solo lograremos que el tatuador trabaje el doble y que, o te tenga esperando durante mucho rato o te tenga que cancelar la cita. Por tanto, si, como cliente, tienes dudas de lo que has dicho en la primera cita con el tatuador y quieres darle un giro, lo mejor que puedes hacer es llamar al estudio y comentar estas dudas cuando aún hay tiempo para dar los cambios necesarios. Hay que entender que hacer un diseño que se adapte bien al cuerpo es complejo y que ciertas modificaciones grandes cambian toda la pieza.
Un tatuaje no es una celebración
Y un estudio tampoco es un bar ni un cine. No puedes invitar a nadie a mirar cómo te tatúan ni traer acompañantes, porque en un estudio se tatúa mucha gente a la vez y las cabinas no son especialmente grandes. Además, la clientela restante espera que se cumpla con cierta privacidad y lxs tatuadores están trabajando en algo importante, que requiere concentración y una higiene extrema. A pesar de la imagen de tranquilidad y relajación, un tatuaje es una cosa seria en la que hay que cuidar los detalles.