Es innegable; todos en la vida tomamos decisiones que luego nos replanteamos. Si esa decisión es hacerte un flequillo extraño, un piercing o apuntarte a Saber y Ganar, tiene una fácil solución, pero, si por el contrario, es un tatuaje o comprarte una casa, las cosas se complican.
Eso de que un tatuaje es para toda la vida es una verdad a medias; hoy en día existen diferentes maneras de librarse de ese duendecillo sentado en una seta que en 2001 parecía tan curioso. O la pieza de puzzle que compartes con tu ex. Son las siguientes:
- LÁSER
Como hemos comentado en otros posts, el láser es una opción viable si se quiere borrar un tatuaje. Dicha luz penetra en la piel y “rompe” la tinta, que luego se elimina de forma natural con la orina. Es un proceso que suele ocupar diversas sesiones, dependiendo cómo de grande sea el tatuaje y cuánto color tenga; los mejores resultados siempre serán los de los tatuajes en negro/gris y más pequeños, de línea más fina. Es una opción seria que requiere de un profesional con experiencia para llevarla a cabo porque, si la persona que tiene que borrar el tatuaje no emplea la mejor técnica, el resultado puede derivar el una cicatriz peor que el propio tatuaje.
- COVER
Una de las opciones más utilizadas es la de tapar un tatuaje con otro, es decir, hacer un “cover”. Si el tattoo que queremos borrar es de pequeño/mediano tamaño, esta opción es óptima para darle una nueva vida, aunque, como imagináis, no se puede hacer sobre cualquier tipo de tatuaje. La mejor alternativa es acudir a tu tienda de tatuajes y dejarte asesorar; el tamaño, el lugar, el tipo de diseño y los colores usados influirán mucho en la posibilidad de hacer un cover o no. Confía, porque el resultado puede ser genial.
No tienes por qué ver ese tattoo si no te apetece; pregunta en tu estudio y te darán la mejor opción.