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Tatuajes en la cárcel

Los tatuajes carcelarios no van a desaparecer; tenemos que hacerlos más seguros.

En 2010 la universidad de British Columbia realizó un análisis de 124 estudios en 30 países, cuyos resultados vinculaban los tatuajes en prisión con un alto riesgo de contraer VIH, hepatitis y tuberculosis. No es de extrañar que los presos sufran enfermedades y contraigan infecciones si no disponen de medios higiénicos ni materiales para llevar a cabo sus tatuajes; a día de hoy, muchos de ellos incluso crean su propia tinta quemando goma de donde pueden. ¿Os imagináis un tattoo hecho con suela de zapatilla derretida? ¿Cómo pueden tatuar de manera segura si no les dejan obtener material de calidad y salubre? Su campo esteril no son más que hojas de revista dispuesta a modo de zona de trabajo y las máquinas son motores de máquinas de afeitar o de reproductores de CD unidos a un bolígrafo y una aguja de coser, lo que origina un proceso doloroso y, muchas veces, poco sano (por no mencionar la calidad de la propia pieza).

En España, sigue siendo ilegal tatuar a compañerxs presxs; de hecho, solo hay una cárcel en el mundo que tiene su propio estudio de tatuajes, Inmate Tattoo, en la única cárcel de Luxemburgo. Se dieron cuenta de que el proyecto de fundar un estudio de tatuajes entero les costaría lo mismo que tratar a un solo paciente con hepatitis.

Tatuajes en la cárcel

Aquí aún queda mucho por aprender, sin duda. Hay cárceles estatales donde hacen talleres informativos con tatuadores profesionales para aconsejar de qué manera pueden realizar esta práctica para que la higiene sea la más alta dentro de sus posibilidades, porque la información es clave en todo este proceso; naturalizar, educar y compartir. Es la base para que los números de presxs infectadxs por VIH o Hepatitis C al salir no sean más altos que al entrar, una estadística que se cumple y que deja patente que saber más del entorno carcelario, las prácticas de tatuaje y la higiene es fundamental para conseguir un tatuaje sano. Es indispensable garantizar la seguridad de una práctica que no va a desaparecer y que tiene una larga tradición.